domingo, 23 de mayo de 2010




Cuento en una tacita de espresso.

Éste es un indio, el más sabio de la tribu. Tiene por penacho los rostros pintados en las plumas de tres hombres. Dos hablan entre sí y uno más ausente y oculto en su oculto los observa hablar. El indio más sabio de la tribu no es el más anciano, en este caso es un niño que cayó de un árbol y murió y ahora en este mismo momento le pasa humo de consuelo a su madre. Los hombres que hablan son mis abuelos y quien los mira hablar es mi padre. Uno le dice al otro. Sueña. (están hablando de mí), mi padre había muerto en una guerra muy sangrienta contra la muerte. Me dice en sueños, tu madre es un árbol grande y sabio que sufre. Por qué sufre¿? Porque no podrás ver el humo de los ancestros. Eso no es tan malo. Puedo ver una vaca buena que me hace reír en tu sueño padre. Y un perro que cuida a mis borregos y una bruja que me despierta para ir a la escuela. Es mamá. Borren esto que es lápiz.

Paris marzo 2010.